Clifford in Spain: A photographer in the court of Isabel II
El estilo de CHARLES CLIFFORD debería incluir consideraciones serias sobre los métodos y procedimientos, la técnica y los aparatos, el acabado y, con frecuencia, la temática
Al hablar del estilo de CHARLES CLIFFORD habría que incluir consideraciones serias sobre los métodos y procedimientos, la técnica y los aparatos, el acabado y, con frecuencia, la temática, factores todos ellos que no están vinculados necesariamente a ningún país concreto. Seguramente sean estos factores los que computamos en un abrir y cerrar de ojos al comentar que determinada fotografía es “un Clifford”.
Su mensaje primordial atañe al descubrimiento de maravillas exóticas, lo esencial de una España romántica. CLIFFORD vuelve una esquina y se da de bruces con la imponente señal de un pasado glorioso, de un pasado que hay que preservar a toda costa, no solo por su grandeza sino también porque se halla imbricado en pleno corazón de la España actual. CLIFFORD tuvo esta experiencia fotográfica en Segovia (F-157 de nuestro catálogo) en fecha relativamente temprana, pero volvería a tenerla en otros lugares (F-156, F-149 de nuestro catálogo) durante casi diez años más. En la humilde España cotidiana CLIFFORD descubriría, al doblar cualquier esquina, cosas magníficas que le dejarían atónito... Momentos en que el descubrimiento y el reconocimiento inmediato de la importancia de lo descubierto ocurrían de modo simultáneo.
Y eso -esa capacidad para reconocer en un instante la importancia histórica y futura de lo descubierto es un factor que considero perceptible en muchos Trabajos de CHARLES CLIFFORD.
En el caso de Zaragoza...(en) la “CASA CONOCIDA CON EL NOMBRE DE LOS INFANTES” (F-155 de nuestro catálogo), el friso de cuyo patio interior fue fotografiado en tres partes por CLIFFORD seguramente como experimento para obtener un “panorama” circular... Estas imágenes figuran, desde luego, entre las más extrañas, con ventanas tapadas de forma improvisada y figuras en bajorrelieve aparentemente “decapitadas” por los cortinajes colgantes. Su efecto misterioso está a la altura de la sensación de desapego que producen algunas de las Construcciones efímeras que se levantaron en Zaragoza.
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